El auto se detiene abruptamente contra el obstáculo. Y los cuerpos de los ocupantes del vehículo siguen moviéndose hacia adelante a la velocidad que el auto traía hasta ese momento, impulsados por una fuerza enorme, que equivale a unas 40 veces el peso de cada persona, desplegada en la desaceleración brusca. Si no están atados, golpearán contra el tablero del automóvil y contra el parabrisas. Y los ocupantes de los asientos traseros, si los hubiere, serán impulsados, con esa misma fuerza, hacia la parte de adelante. Golpearán a los ocupantes de adelante y la parte delantera del vehículo. Eventualmente pueden ser despedidos fuera del vehículo, aumentando 6 veces las posibilidades de morir, al impactar contra el suelo o cualquier objeto rígido. 

Cualquier objeto dentro del habitáculo, un teléfono celular, o cualquier objeto, por pequeño que sea, si no está sujeto, golpeará a los ocupantes y contra el parabrisas y el tablero, pudiendo provocar serias lesiones. Un matafuegos suelto o mal fijado dentro del habitáculo, puede ser un proyectil mortal en caso de accidente. Debe ubicarse al alcance del conductor, dentro del habitáculo, con un soporte seguro que impida su desprendimiento y asegure su permanencia y fijación aún en caso de colisión o vuelco, a la vez que su fácil uso; no debe ser fijado sobre los parantes del techo. Corrobore que no lleva ningún objeto suelto, punzante o pesado, que pueda lesionar a alguien en caso de frenada brusca o colisión.

Fuente: Luchemos por la vida. Asociación civil